En el marco del seminario «Buenas prácticas nacionales e internacionales de Cooperativismo y Economía Social» conversamos con José Ariza, Director de la Escuela de Economía Social de Andalucía, y Dalia Borge, Coordinadora para América Latina y el Caribe de la misma Escuela, respecto a sus reflexiones sobre el Proyecto FIC – R 2022 y la economía social y cooperativa en Chile y Latinoamérica.
¿Cómo ha sido su primera semana en Chile?
Dalia: Esta ha sido una semana de reencuentro con gente que quiero muchísimo y con la que estamos vinculados hace muchos años. Ha sido una semana para seguir los vínculos que ya hemos construido desde hace bastantes años, desde 2002 con la USACH, cuando estábamos con otra red a nivel internacional trabajando. Y ha sido bonito porque no han cambiado esas personas ni la sensación que uno tiene con respecto a ellos y a cómo trabajan.
José: Para mi ha sido una semana que retoma esta vinculación entre España y Andalucía, sobre todo en el sector de la economía social y la Escuela, con Chile. Lo veo con mucho optimismo porque creo que hay muy buenos componentes para construir una política pública con gran énfasis en el cooperativismo, en la economía social, con mucho potencial también de diálogo entre el propio sector y la administración pública. Ojalá también el sector dé pasos para que haya una mayor integración, porque eso va a hacer que todo este entramado se pueda construir con mucha más rapidez y al final es beneficiar a la gente más humilde que es a la que llega la economía social.
¿Cómo cree ustedes que proyectos como el FIC en la región de Valparaíso, desde la economía social y el cooperativismo, ayuda a potenciar a las comunidades locales?
José: Yo creo que el enfoque es tan directo que llega particularmente a los agentes dinamizadores del territorio. Es decir, no es un proyecto que se quede en la altura, sino que realmente baja a las personas que están en sus comunas, están en los municipios, en sus territorios, y tienen que estar ayudando, colaborando, orientando a grupos de personas. Por lo que he visto, este proyecto está pisando el suelo, está a ras de tierra, y eso va a hacer que tenga un mayor impacto.
Por nuestra experiencia allí en Andalucía y en otro territorio, cuando somos capaces de llegar y construir estas redes con este tipo de personas, eso después permanece. Ahora acabamos de hacerlo similar en Honduras, por ejemplo, con participantes y regidores y agentes de 5 o 6 municipios que ahora están intentando construir algo más amplio al abrigo de una gran cooperativa.
Dalia: Es una excelente estrategia, definitivamente, porque así se recogen las necesidades reales de los territorios y para trabajar de acuerdo a esas necesidades de las mujeres, de los jóvenes, de las personas, de los campesinos. Y creo que es una excelente estrategia la que está tomando en consideración CIESCOOP.
¿Cuáles creen ustedes que son las principales barreras que enfrenta Latinoamérica respecto a la economía social y cooperativa, considerando sobre todo la experiencia de Andalucía?
José: Creo que la primera limitación, que es demasiado habitual seguramente en muchos países latinoamericanos, es la construcción de ese gran paraguas en el que el cooperativismo realmente sea como la columna vertebral de la economía social, y no realmente una competencia entre economía social y cooperativismo, sino al contrario. En Europa nos ha ido muy bien, una economía social bien organizada, bien articulada, y con esa columna vertebral cooperativa. Eso nos ayuda a hablar con los gobiernos regionales, nacionales, a nivel de la Unión Europea. Entonces está claro que es necesario.
Lo segundo, que creo que es una barrera, o puede ser ahora mismo en algunos países una oportunidad, es que dentro de esa alternancia, muchas veces tan extrema, que puede haber entre una posición política y otro en algunos gobiernos, intentar construir propuestas que sean capaces, cuando los gobiernos están a favor de ellos, después de ser asumidas por los que vienen después.
Que seamos capaces de ensanchar la economía social y las propuestas de la economía social. Algunas veces no vamos a conseguir el 100% de nuestros objetivos, pero es posible que si nos quedamos un poquito atrás podamos ser capaces de sumar a esas otras organizaciones y a esas otras miradas políticas que en un momento determinado pudieran tener desconfianza de la economía social.
Dalia: Una barrera importantísima aquí en América Latina es la falta de vitalidad cooperativa debido a la falta de formación de todas las personas que integran la economía social. Esto hace también que se desvirtúen aquello por lo cual fueron creadas las cooperativas, o que no haya una institucionalidad cooperativa integrada que vaya en razón de la necesidad del cooperativismo.
Entonces, es una barrera muy grande porque no tienes organismos que se integren para la defensa del cooperativismo y de la economía social; para que hayan recursos para fomentar la economía social. Esas son barreras que lamentablemente atomizan al sector y que no permiten su crecimiento, ni tampoco permiten contar con una sola voz que defienda sus intereses ante las políticas públicas de los distintos gobiernos. Primero que todo, tengo que ser cooperativista, antes que hacer más cooperativas. Gente que crea en las cooperativas.
Esa es la gran barrera. Porque cuando yo creo en el cooperativismo, todo empieza a funcionar. Porque ya empiezo a pensar, ¿cómo nos integramos?, ¿qué otro organismo necesitamos?, ¿con quién trabajamos?, ¿cómo funciona este ecosistema? Porque estoy creyendo en eso, me estoy formando y estoy siendo consciente de eso. Porque de lo contrario se desvirtúa, tanto así que luego se trabaja para el enemigo, y empiezan las cooperativas a pensar como organizaciones más capitalistas.
Y en ese sentido, como tomando el ejemplo de la economía social y la Unión Europea, ¿qué tan difícil sería crear una red más amplia en Latinoamérica? ¿O primero hay que sentarse en el reto local y después expandirse a la cooperación?
José: Yo creo que hay que empezar la casa por los cimientos. Y la realidad hoy día de la economía social europea, seguramente no se entendería esa fortaleza si no se entiende los procesos de desarrollo regional y local que se han dado en Europa hace 20 o 30 años. Seguramente esa fuerza no viene de las políticas de la Unión Europea a favor de la economía social, ese círculo se cierra porque previamente se empezó a construir desde abajo.
Las propias organizaciones a nivel nacional, en el caso por ejemplo de España, no serían nada sin las organizaciones territoriales, sin una organización también de las distintas familias cooperativas, de las distintas familias de la economía social. Y eso ha ido subiendo, evidentemente empujando hacia arriba, y cuando vas empujando resulta que te encuentras con los compañeros de Italia que dicen venimos también de este camino y es como si todo confluyera. Pero tienes que tener un trabajo básico en los pueblos, en las ciudades, en las regiones.
Muchas veces yo que lo veo como europeo, entiendo también la dificultad aquí porque no hay un gobierno latinoamericano. No hay una política y no hay un estamento político latinoamericano. En Europa sí, hay un estamento político que te afecta cada día en muchas de las cosas que los ciudadanos necesitan y demandan cada día. Así es más fácil pensar que necesitas crear una gran institución europea de economía social porque necesitas hablar con un gobierno europeo.
Al no existir ese gobierno latinoamericano, entiendo que hay que buscar también esos espacios regionales. Cómo puede ocurrir a nivel de SICA, a nivel de MERCOSUR, a nivel de Alianza del Pacífico, donde se va encontrando cada país más cómodo. Desgraciadamente muchas veces ese tipo de alianzas o de articulaciones regionales en el continente suben y bajan en función también de los distintos vaivenes políticos o giros políticos en la región.
Es verdad que nosotros aquí en Europa, por los últimos 50 años ha habido esa estabilidad que sabes que hay un gobierno, que está en Bruselas, sabes que hay un parlamento que vota cada cinco años, hay una institucionalidad. Pero creo que ahora es importante en Chile, hacer una demostración de que es posible trabajar en esos territorios, manipularlos, trabajar en red, como este proyecto de Valparaíso.
Y respecto a la experiencia del trabajo con Costa Rica, ¿hay algo que crees que se pueda replicar acá en Chile? ¿O algo que te llame la atención que esté pasando allá y no esté pasando acá, o viceversa?
Dalia: Yo rescato de Costa Rica la institucionalidad. Porque desde los años 60 se ha forjado esa institucionalidad, de que tenga un instituto de fomento cooperativo, que tenga un consejo nacional de cooperativas, que tenga un organismo para las cooperativas de autogestión, que tenga una banca que piensa en clave cooperativa y que le da suficientes recursos al movimiento.
Algo que no es tan emulable es quizá el vínculo político, porque siempre el movimiento cooperativo estaba muy vinculado a la política, y eso, para bien o para mal, no es tan funcional, porque ahora han cambiado los tiempos, ya no tenemos ese bipartidismo, y entonces eso le resta posibilidades de sostenibilidad al movimiento.
Aquí veo que si bien parece que están más dispersas las alianzas, aquí hay muchas ganas de emprender, muchos deseos de hacer de este cooperativismo como una bandera. Esa pasión hay que emularla. Ese deseo también que vi en la juventud, la gente que está federándose, y la gente del mismo diplomado que tenía muchas ganas de hacer cosas, eso hay que recobrarlo en nuestro país. Porque se nota que hay deseos de movilizar, deseos de cambiar las cosas, y hay gente bastante joven.
Que es otro tema, porque el cooperativismo está muy envejecido a nivel de la región. Necesitamos gente joven para que eso se regenere. Esas creo que serían las cosas que podríamos aprender mutuamente.
¿Cuáles creen ustedes, a su parecer, son las formas más efectivas de lograr interés en la economía social y cooperativa en las personas?
José: Yo creo que las respuestas colectivas a tantos retos que tiene la humanidad se articulan muy bien a través de la economía social y las cooperativas, hay que intentar trasladarlas de manera transversal desde la infancia. Nosotros tenemos muy buenas experiencias con los centros educativos, por ejemplo, gestionados por cooperativas de educadores, y desde los tres años empiezan a trabajar y a entender lo que son las propuestas colectivas, los debates, el tema de poder generar servicios para sus pequeños microentornos dentro de los colegios. Todo eso además hay que continuarlo siempre con esa propuesta de los educadores, de las organizaciones y de los poderes públicos, no tienes por qué tomar el modelo que predomina, que queramos o no queramos en la actualidad es un modelo individualista.
Ese es el modelo que predomina, así es más complicado llegar a alguien con 20 años a convencerlo, que si lo hubieras hecho 5, 10 o 15 años antes. Entonces tenemos que buscar esa alianza, tenemos que llegar a ese ámbito educativo e intentar que también se cree esa visión entre los niños, si no, lo enseñamos realmente, incluso en la propia pedagogía, a competir entre ellos, a ver quién consigue las mejores notas, a ver quién es capaz de ascender más rápidamente, porque además esa es una medida del éxito.
Tenemos que cambiar el discurso, pero los primeros que tenemos que cambiar ese discurso también somos los adultos, creo que tiene que ser así. Después, si llega a la universidad yo estoy convencido que por ejemplo en estas 10 cátedras de Economía Social allí en Andalucía vamos a poder llegar a centenares de gente joven en distintas carreras, para que conozcan de la Economía Social, yo creo que es muy importante que la gente como mínimo sepa, porque hay un gran desconocimiento.
Dalia: Sin duda, la cooperación tiene uno que aprender de la casa, porque si uno no aprende eso, después también trabajas solo, decía un escritor inglés, un hombre solo es una isla. Una persona sola es una isla, no llega a ningún lado.
No es que todo el mundo quiera hacer cooperativas, pero si gente que piense cooperativamente porque eso cambiaría la sociedad. No necesariamente tenemos que hacerlo del lado esto de la economía social, sino con estos principios de la economía social, al final la gente ya por sí misma descubre qué es más inteligente para la sociedad, si trabajar en conjunto o aisladamente.
Y por cierto, los problemas que tenemos actualmente, como eñ calentamiento global y la evolución tecnológica, los tenemos que resolver cooperativamente, porque somos la única especie en el planeta, según Harari, que hemos resuelto las cosas cooperando, porque cooperamos además en gran escala y no lo estamos haciendo. Entonces, como dice José, desde la escuela, desde lo más básico, aprender sus principios y valores, después que la gente decida si se quiere ir por lo individual o si se quiere ir por lo colectivo.